9/10/09

huídos



Lejos, en el Espigón, los niños huidos de la siesta se persiguen al filo del mar.

(de eldígoras, relato muerte-nacimiento, en aürt del 83),

como final principio de un todo, con un orificio en una piel delicada del alma o del universo más aproximado, pero distante o desconocido (aparentemente), pero que en sueños azul pálido (no turquesa ahora) renace, languidece y cede a las presiones de la densa realidad. Densidades en encimeras de sueño con locuaces lucideces que enseñan, ensanchan, enganchan y soportan luces entre demasiadas sombras ausentes (o presentes).
Al salir nunca apagamos la luz. Es obvio...

No hay comentarios:

Publicar un comentario